La
economía está cobrando un protagonismo excepcional. Todos estamos
pendientes de los juicios de los economistas para vislumbrar algún
resquicio de luz en este túnel tenebroso. La “ciencia económica”
debería ser científica, pero no tiene nada de ello; ha dejado ser
ciencia para convertirse en una religión con sus dogmas, rituales,
sacerdotes, ritos, iglesias, etc. Debemos dejarla en manos de
expertos, al estar muy lejos del entendimiento del hombre corriente,
en un lenguaje cada vez más arcano. La liturgia debe celebrarse en
una lengua oscura, solo accesible a los iniciados. Para el resto,
basta con la fe. Por Cándido Marquesán
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